¿Has experimentado un verano indio? Puede ser implacable, sofocante, incluso opresivo. El mundo parece derretirse bajo el sol abrasador, las calles se convierten en un horno y los ánimos se encienden. Las conversaciones giran en torno a las temperaturas en ascenso y la posibilidad de lluvia. Afortunadamente, la llegada del monzón en India no es solo una cuestión de azar. El evento sigue un patrón predecible, casi como un reloj. El Monzón del Suroeste llega a Kerala en la primera semana de junio y cubre todo el país para mediados de julio. El Monzón del Noreste sigue en octubre, trayendo lluvias al sur de India. Esta secuencia infalible dicta todo, desde la siembra de cultivos hasta los festivales, año tras año. Festivales del monzón como Teej y Onam añaden encanto cultural, significando la conexión entre la lluvia y la cosecha. En India, las lluvias son un tiempo de resurgimiento, renovación y rejuvenecimiento.
Cuando caen las primeras gotas y la tierra sedienta absorbe ansiosamente el agua, el aire se llena con el olor a tierra mojada. Hay una avalancha de recuerdos de la infancia, una irresistible urgencia de salpicar en los charcos con abandono y bailar bajo la lluvia como si nadie estuviera mirando. Las gotas que caen en cascada sobre los cristales de las ventanas y el sonido rítmico del golpeteo actúan como suaves nanas. Tazas humeantes de té o café con crujientes ‘pakoras’ y calientes ‘jalebis’ son casi obligatorias. A medida que el aguacero lava el polvo y la suciedad, no deja nada más que pura alegría y una visión renovada.
La influencia del monzón ha inspirado siglos de arte y música, convirtiéndose en musa para escritores, poetas y músicos por igual. La música clásica india, con sus intrincadas melodías y composiciones conmovedoras, refleja el ritmo del monzón. Antiguas «ragas» como Megh Malhar y Miyan ki Malhar, creadas en el período medieval, estaban destinadas a evocar la esencia de las nubes giratorias y los paisajes empapados por la lluvia. Esta fascinación perdurable con el monzón continúa reflejándose en las secuencias de canciones lluviosas de las películas de Bollywood, desde los clásicos en blanco y negro de Raj Kapoor hasta los números alegres de hoy en día.
Kalidasa, un gran escritor clásico sánscrito del siglo IV o V, pintó una imagen exquisita de la belleza del monzón en su obra maestra, «Meghdoot», sobre un Yaksha enamorado que envía un mensaje a su amada a través de una nube pasajera. Con el tiempo, autores indios modernos como R.K. Narayan y Arundhati Roy han seguido usando el monzón como telón de fondo para explorar temas de amor, anhelo y el paso del tiempo.
Durante siglos, el arte folclórico indio como Pattachitra, Warli y Madhubani ha interpretado esta estación a través de sus estilos artísticos únicos, representando escenas de agricultores en campos empapados por la lluvia y pavos reales danzantes. El monzón ha sido un tema recurrente en las pinturas en miniatura mogoles y rajastaníes. Las obras de maestros del arte indio como M.V. Dhurandhar y Abanindranath Tagore también muestran una conexión profunda entre la lluvia y la vida en India.
El monzón indio no es solo un fenómeno meteorológico, sino una sinfonía cultural que teje hilos de música, literatura, arte y la vida misma. En palabras del prolífico escritor Khushwant Singh, «Lo que las cuatro estaciones del año significan para el europeo, la única estación del monzón significa para el indio. Está precedida por la desolación; trae consigo esperanzas de primavera; tiene la plenitud del verano y la realización del otoño, todo en uno».